Un sábado slow

Hoy no os traigo ninguna recomendación ni actividad. He tenido una semana muy intensa y no tenía ninguna novedad que ofreceros. Hay veces que necesitas desconectar y este fin de semana era uno de esos en los que mi alma necesitaba un respiro.

Algunas veces las cosas suceden cuando más lo necesitas y después de esta semana agotadora, el fin de semana han venido los abuelos a vernos. Inés se pone muy contenta porque los echa menos, bueno todos nos echamos de menos. Si bien es cierto que cuando estamos juntos aprovechamos cada segundo, cada momento.

Pero este fin de semana a parte de ponernos al día y darnos mucho mimos, los abuelos nos han dado ¡el sábado libre! 

Nuestro plan para este día sin niña ha sido de lo más sencillo, los que sois padres nos entenderéis, no hay nada más maravilloso que pasear sin rumbo fijo disfrutando del camino, viviendo Madrid sin prisas, esta vez acompañados por la cámara reflex, a ver qué salía de mis manos.

Con el tiempo que ha hecho pasear por Madrid es pura delicia, si he de elegir una estación para Madrid elijo sin dudar la primavera. 

Llevo casi once años en Madrid y para mi ha sido una ciudad difícil. Es tan grande, tan impersonal que asusta, aunque estas fueran las dos cualidades que más me conquistaron cuando llegué.

De lunes a viernes vamos todos con mucha prisa y no nos da tiempo a pararnos a disfrutar de la luz, del color de las cosas, del caminar lento pero este sábado Raúl y yo disfrutamos de cada paso que dimos en un largo paseo de Moncloa a Salamanca. 

Nos asomamos a ventanas.

Entramos clandestinamente en portales, con ese estilo decadente que a mi tanto me gusta.

Nos tomamos un café en el Gijón.

"La vida es como un viaje por la mar: hay días de calma y días de borrasca, lo importante es ser un buen capitán de nuestro barco"

Jacinto Benavente

Y hemos disfrutado de ir de la mano, de pararnos cuando algo llamaba nuestra atención, de sentir cada segundo, porque no sabemos cuánto tardaremos en volver a repetir este momento.

¡Feliz semana!

Laura